Tú corazón se partió en miles de
pedazos, o eso sentiste, no sabías que te sucedía. Tu corazón latía muy muy
rápido, pero también habías sentido exactamente cuando tu corazón se había
partido, aún así el bombeaba sangre muy fuerte hacia tu cara y la hacía subir
de tono y hacerte quedar como la señal de alto de un semáforo. Sentías tus
manos y tus pies congelados. Te faltaba el aire.
Tú casi gritando- ¿pasó algo?-
avanzaste muy torpemente hasta donde él estaba. De espaldas a ti, junto a una
ventana que daba al patio trasero del patio de la casa; tomaste muy fuerte a
Paul por su brazo lo giraste hacia ti y dijiste – Por lo menos veme a la cara –
Paul mirándote con lágrimas en los ojos, dudabas que fueran de tristeza -
¿Crees que esto es fácil para mí? – Tú- Pues dímelo tú- Paul- Ni siquiera te
puedo mirar a los ojos- Y así era, parecía que Paul no podía mirar un solo
objeto por más de siete segundos, y mucho menos una parte de tu rostro, y para
nada tus ojos.
Tú- Dime, ¿qué pasó?- Paul giro
la cabeza viendo alrededor del cuarto, luego movió de izquierda a derecha su
cabeza negando.
Él- Ven – te tomo muy fuerte del
brazo, y te jalo. Te saco de la casa y te llevo a su auto, todo esto con nada
de delicadeza.
Abrió la puerta del coche, hizo
que entraras. Luego él subió al coche.
Tú ahora gritando - ¿Quién es
Sally? – Paul te ignoro, encendió el auto y acelero. Acelero y esto fue lo
único que hizo por más de 10 minutos. Tú sólo gritabas cosas como: ¡Paul, para
el auto!, ¡Paul, respóndeme!, ¿Qué pasó con Sally?, ¿Quién es Sally? Y cosas
muy parecidas.
De pronto e inesperadamente, Paul
detuvo el auto.
Tú no esperaste nada para poder
salir del auto. Saliste y lo primero que hiciste fue gritar, gritar muy fuerte
Paul siempre procuraba tratarte
con delicadeza, siempre lo hacía. Se acerco a ti y te abrazo, pero esta vez te
abrazó muy fuerte, no te lastimaba, pero lo hacía muy intensamente.
Tú te apartaste de él. Lo
empujaste con fuerza y dijiste enérgicamente- ¿Qué pasó con Sally?- El nombre
de esa chica lo dijiste con un tono tratando de imitar la voz de una mujer
hueca.
Paul callado, sin poder mirarte.
Tú amenazando a Paul con tu dedo índice- Dímelo ahora, o sino… me voy… me voy,
Paul… y jamás regresaré contigo.- Esta vez, Paul alzo la mirada a ti, a tus
ojos. Se le veía triste, su semblante había cambiado: lucía muy triste.
Paul casi en un susurro- No me atrevo a mirarte
si te cuento esto- Tú seguías furiosa, y aunque la apariencia de Paul te
preocupada, al momento de decir las cosas ni siquiera lo pensabas – Tienes que
hacerlo,- te acercaste a él- mírame- Paul – No puedo- Tú ordenándole y tomándolo
por el rostro- Mírame – Paul quitándose tus manos de su cara- ¡NO PUEDO!-
Empezó a caminar en círculos cortos, daba pasos muy largos y pisaba muy fuerte.
Continuó- ¡No puedo mirarte cuando te tengo que decir que besé otros labios,
probé otra boca que no es la tuya!- Te paralizaste, pero Paul continuó, a
medida que iba hablando iba bajando el tono con el que lo hacía- No puedo
mirarte, pues no sólo fue una vez. No puedo mirarte- se paró en seco- pues fue
cuando estábamos separados.- Te miro, te miro y tuviste miedo- No puedo mirarte
por temor a que veas que llegué a sentir algo por ella…-