Hola



24.8.12

Capitulo 1.149


Tú - ¿Qué? – No habías escuchado lo que Paul te había dicho, estabas demasiado ocupada escuchando el latir de su corazón. Él – Te pregunte qué si te gustaría casarte conmigo – Tú incorporándote - ¿Qué? – girándolo a ver, y notar una gran sonrisa y un brillo hermoso en sus ojos, que se estaba levantando - ¿Te casarías conmigo? – Y sin soltarse de las manos, tú respondiste – Sí, sí, sí – Reíste incontrolablemente, mientras temblabas, y con lágrimas a punto de escaparse de tus ojos repetiste – Sí, sí – Paul se abalanzó lentamente hacia ti, y te besó. Él se iba a apartar de ti, pero tú lo tomaste por su nuca y lo acercaste de nuevo a tus labios.
Tú temblando – Te amo, te amo, te amo – Paul al unisonó – Te amo, te amo, te amo – Suspiraste y Paul te miro fijamente – Señora McCartney…- Tú moviendo las piernas nerviosamente – No puedo creerlo. – Paul – Señora McCartney esta noche bajo la luz de las estrellas luces hermosa - Tú- No puedo dejar de sonreír. – Se acerco hasta tu frente y la besó y dijo – Es lo que siempre he querido, – Te miró – casarme con la mujer que amo. Desde el momento en que  Ven, vamos a casa. – Se levantó completamente, te tendió su mano y te ayudó a levantarte.
Diste un paso para tu casa, mientras Paul caminaba en dirección contraria. Esperaste dónde estabas, querías entrar con él a tu casa.
Él con su amabilidad natural - ¿Qué haces ahí? – Tú – Esperándote… - Paul - ¿Esperándome? – Se acercó a ti lentamente, mientras tú lo veías avanzar hacia ti, con ese caminar tan glamuroso. Paul – ¿No me acompañaras a casa? – Tú – Pero…- girando a tu casa. Él sonriéndote – Esa no es nuestra casa…-  Tú sonriendo tímidamente. Paul - ¿Me acompañas? – Tomó tu mano, mientras asentías con la cabeza.
El camino estuvo en silencio, pero un delicioso silencio que te dio tiempo de poder sonreír todo lo que quisieras, soñar en tu vida futura, imaginar todas las canciones que Paul compondría para ti, las mañanas despertando y que lo primero que veas sean sus hermosos ojos, las noches fantásticas que tendrías, sus hijos con los mágicos ojos de tu hombre…
Llegaron a su casa como Paul había dicho. Él muy amablemente fue hasta la puerta del copiloto de su auto, y la abrió.
Tú – Gracias – Paul – No hay de que.- Te guiño el ojo, hacia tanto tiempo que él no te guiñaba un ojo que te quedaste plantada en suelo mirando su rostro. Paul - ¿Estás bien? – Tú recuperándote y cerrando y abriendo los ojos – Sí, sí, bien, sigamos. –
Llegando a la habitación de Paul tu muy incómodamente dijiste – Ahora regreso…- Paul desconcertado - ¿A dónde vas? – Tú – Al baño… - Paul- Oh, sí, sí claro. Ahí está – Sonrió.
Corriste al baño, y cerraste la puerta de la habitación tras de ti. Abriste el grifo para que corriera agua y llenará ese silencio que dejabas hueco, te moviste hasta el inodoro y ahí fue donde te sentaste.
Tu cabeza daba vueltas y vueltas, tus codos sobre tus rodillas y tu cabeza apoyada en tus manos mientras te decías a ti misma: Estás comprometida, estás comprometida, estás comprometida con Paul McCartney. Te levantaste, fuiste caminando al espejo justo arriba del grifo que tiraba agua.
Te veías igual que antes, cuando te mirabas después de haber besado a Kevin, te veías exactamente igual ahora que te habían propuesto matrimonio. Tocaste tu cabello en el reflejo, estaba horrible; cerraste los ojos.
Saliste del baño, no encontraste a Paul. Caminaste hasta su alcoba, mientras veías todos los objetos, cuartos, muebles, decoraciones de la casa, aunque ya los hubieras visto antes, ahora todos estos eran tuyos.
Paul se encontraba en su habitación sentado en un sillón en una esquina.
Él – Pareces cansada…- Tú tomándote el cabello – Sí, he está ha sido una noche larga. – Paul sin demostrar mucho interés - ¿Quisieras tomar un baño? – Tú con una sonrisa cansada – Sí, me encantaría. – Paul se levantó del asiento, se quitó su saco, y poco a poco fue desabrochando su camisa, después llevo sus manos a su cintura, y ahí lentamente se despojó de su cinturón, al final desabrochó su pantalón. Tú te encaminaste hasta la puerta que daba al baño, y ahí extendiste tu mano hacia tu hombre, y él camino hasta ti.
Ya adentro de este cuarto, notaste que la bañera ya estaba llena. Tú señalando la tina- ¿Y por qué…?- Paul te interrumpió – Solo relájate. –
Ese baño fue el más largo que jamás hayas tenido, y como si eso no te hubiera bastado, al final dijiste – Creo que me quedaré un rato más… - Paul se estaba secando el cabello, y ya tenía un albornoz puesto. Él – De acuerdo, pero una sorpresa te estará esperando.- Se acerco a ti solo para darte un beso y una risita.
Necesitabas tiempo para pensar: No era que no amaras a Paul, solamente era que ese momento no era el adecuado para pensar en una boda, un matrimonio no era la solución de sus problemas, pero entonces, ¿cuál era la solución? Pasaste tus manos húmedas sobre tu cabello mojado.
Tal vez lo primero que tenías que hacer era charlar con Paul, como gente educada, hablar de sus sentimientos. Después, te propusiste, hablar, discutir, gritar, lo que fuera necesario para ponerle un alto a ese joven de cabello ondulado castaño, ojos cafés, nariz pequeña,  mandíbula pronunciada, que te hacía sentir algo cuando sus labios rosaban los tuyos o también lo que esa noche te había hecho sentir después de haberte declarado que tú, sentías algo por él. No estabas tan segura al negar esta aclaración, no lo sabías. Solo sabías una sola cosa, tenías miedo.