Tú - ¿Qué? – No habías escuchado lo que Paul te había dicho,
estabas demasiado ocupada escuchando el latir de su corazón. Él – Te pregunte
qué si te gustaría casarte conmigo – Tú incorporándote - ¿Qué? – girándolo a
ver, y notar una gran sonrisa y un brillo hermoso en sus ojos, que se estaba
levantando - ¿Te casarías conmigo? – Y sin soltarse de las manos, tú
respondiste – Sí, sí, sí – Reíste incontrolablemente, mientras temblabas, y con
lágrimas a punto de escaparse de tus ojos repetiste – Sí, sí – Paul se abalanzó
lentamente hacia ti, y te besó. Él se iba a apartar de ti, pero tú lo tomaste
por su nuca y lo acercaste de nuevo a tus labios.
Tú temblando – Te amo, te amo, te amo – Paul al unisonó – Te
amo, te amo, te amo – Suspiraste y Paul te miro fijamente – Señora McCartney…-
Tú moviendo las piernas nerviosamente – No puedo creerlo. – Paul – Señora
McCartney esta noche bajo la luz de las estrellas luces hermosa - Tú- No puedo
dejar de sonreír. – Se acerco hasta tu frente y la besó y dijo – Es lo que siempre
he querido, – Te miró – casarme con la mujer que amo. Desde el momento en que Ven, vamos a casa. – Se levantó completamente,
te tendió su mano y te ayudó a levantarte.
Diste un paso para tu casa, mientras Paul caminaba en
dirección contraria. Esperaste dónde estabas, querías entrar con él a tu casa.
Él con su amabilidad natural - ¿Qué haces ahí? – Tú – Esperándote…
- Paul - ¿Esperándome? – Se acercó a ti lentamente, mientras tú lo veías
avanzar hacia ti, con ese caminar tan glamuroso. Paul – ¿No me acompañaras a
casa? – Tú – Pero…- girando a tu casa. Él sonriéndote – Esa no es nuestra
casa…- Tú sonriendo tímidamente. Paul -
¿Me acompañas? – Tomó tu mano, mientras asentías con la cabeza.
El camino estuvo en silencio, pero un delicioso silencio que
te dio tiempo de poder sonreír todo lo que quisieras, soñar en tu vida futura,
imaginar todas las canciones que Paul compondría para ti, las mañanas
despertando y que lo primero que veas sean sus hermosos ojos, las noches fantásticas
que tendrías, sus hijos con los mágicos ojos de tu hombre…
Llegaron a su casa
como Paul había dicho. Él muy amablemente fue hasta la puerta del copiloto de
su auto, y la abrió.
Tú – Gracias – Paul – No hay de que.- Te guiño el ojo, hacia
tanto tiempo que él no te guiñaba un ojo que te quedaste plantada en suelo
mirando su rostro. Paul - ¿Estás bien? – Tú recuperándote y cerrando y abriendo
los ojos – Sí, sí, bien, sigamos. –
Llegando a la habitación de Paul tu muy incómodamente
dijiste – Ahora regreso…- Paul desconcertado - ¿A dónde vas? – Tú – Al baño… -
Paul- Oh, sí, sí claro. Ahí está – Sonrió.
Corriste al baño, y cerraste la puerta de la habitación tras
de ti. Abriste el grifo para que corriera agua y llenará ese silencio que
dejabas hueco, te moviste hasta el inodoro y ahí fue donde te sentaste.
Tu cabeza daba vueltas y vueltas, tus codos sobre tus
rodillas y tu cabeza apoyada en tus manos mientras te decías a ti misma: Estás
comprometida, estás comprometida, estás comprometida con Paul McCartney. Te
levantaste, fuiste caminando al espejo justo arriba del grifo que tiraba agua.
Te veías igual que antes, cuando te mirabas después de haber
besado a Kevin, te veías exactamente igual ahora que te habían propuesto
matrimonio. Tocaste tu cabello en el reflejo, estaba horrible; cerraste los
ojos.
Saliste del baño, no encontraste a Paul. Caminaste hasta su
alcoba, mientras veías todos los objetos, cuartos, muebles, decoraciones de la
casa, aunque ya los hubieras visto antes, ahora todos estos eran tuyos.
Paul se encontraba en su habitación sentado en un sillón en
una esquina.
Él – Pareces cansada…- Tú tomándote el cabello – Sí, he está
ha sido una noche larga. – Paul sin demostrar mucho interés - ¿Quisieras tomar
un baño? – Tú con una sonrisa cansada – Sí, me encantaría. – Paul se levantó
del asiento, se quitó su saco, y poco a poco fue desabrochando su camisa,
después llevo sus manos a su cintura, y ahí lentamente se despojó de su
cinturón, al final desabrochó su pantalón. Tú te encaminaste hasta la puerta
que daba al baño, y ahí extendiste tu mano hacia tu hombre, y él camino hasta
ti.
Ya adentro de este cuarto, notaste que la bañera ya estaba
llena. Tú señalando la tina- ¿Y por qué…?- Paul te interrumpió – Solo relájate.
–
Ese baño fue el más largo que jamás hayas tenido, y como si
eso no te hubiera bastado, al final dijiste – Creo que me quedaré un rato más…
- Paul se estaba secando el cabello, y ya tenía un albornoz puesto. Él – De
acuerdo, pero una sorpresa te estará esperando.- Se acerco a ti solo para darte
un beso y una risita.
Necesitabas tiempo para pensar: No era que no amaras a Paul,
solamente era que ese momento no era el adecuado para pensar en una boda, un
matrimonio no era la solución de sus problemas, pero entonces, ¿cuál era la
solución? Pasaste tus manos húmedas sobre tu cabello mojado.
Tal vez lo primero que tenías que hacer era charlar con
Paul, como gente educada, hablar de sus sentimientos. Después, te propusiste,
hablar, discutir, gritar, lo que fuera necesario para ponerle un alto a ese
joven de cabello ondulado castaño, ojos cafés, nariz pequeña, mandíbula pronunciada, que te hacía sentir
algo cuando sus labios rosaban los tuyos o también lo que esa noche te había
hecho sentir después de haberte declarado que tú, sentías algo por él. No
estabas tan segura al negar esta aclaración, no lo sabías. Solo sabías una sola
cosa, tenías miedo.