Hola



27.9.12

Capitulo 1.151


Paul te dejó en tu casa, no sin antes: Él- ¿Segura que no quieres que me quede? – Tú – No, Paul. – Apretaste su nariz – No te necesito esta ocasión, debo de hacer unas cosas yo sola. – Paul mirándote – Te extrañaré. – Tú – Y yo a ti. – Besaste la mejilla de Paul y te despediste.
Entraste a tu casa, después de cerrar la puerta no hiciste ningún otro movimiento hasta que escuchaste que Paul se había ido con su coche.
Sólo había una cosa que tenías en mente que debías de hacer; tomaste el teléfono, marcaste un número que te sabías de memoria.
Tú – Hola, Norma… Sí, sí, ya sé que tiene mucho tiempo… No seas exagerada…  Pero, ¿cómo? … ¿Todo eso? Sí lo sé… Espera, ¿te dijo eso?... Sí, sí… Ah, no, no, jamás… Creo que una vez….  Pero fue después del segundo o del quinto… No puedo creerlo… Sí, no, tal vez… Bueno, ya cállate, Norma. – Reíste- Te quería pedir un favor… Sí, sí solo es por eso que te marco. – Buscaste un lápiz y papel - ¿Sabes dónde vive Kevin? – Del otro lado del teléfono tu amiga te daba la dirección – Solo lo quiero ir a visitar, solo eso…. Sí, muchas gracias, tengo que ir… No, claro que no…  ¿No me crees?... Si te prometo que iré a una fiesta contigo… Sí, lo haré… Muy bien lo juraré… Ya, ya, aquí va: Juro ir contigo a una fiesta junto con Paul… ¿El nombre completo? Eres una exagerada y no seguiré tu juego… ¡SÍ! Te lo prometo, bueno adiós, adiós, sí, sí, adiós. – Colgaste el teléfono, seguido de esto tomaste un bolso en donde sabías que estaban las llaves de tu automóvil y saliste de tu casa.
Buscaste la dirección que Norma te había dado, cosa que se complico un poco, pues comenzó a llover. Pero al final, encontraste la casa de Kevin.
Esperaste afuera para ver si había alguien en casa, todo indicaba que sí: el auto de la familia y de Kevin estaban parqueados en el jardín, y de algunas ventanas salía luz.
Te decidiste a salir del auto que te protegía de la lluvia, cuando llegaste a la puerta de la casa de Kevin tocaste fuertemente con tus nudillos, no tardó mucho para que te abrieran
Una señora de cabello corto, muy bien peinado, y con un maquillaje anticuado, al igual del vestido azul marino que traía puesto, y no decir del suéter que usaba - ¡Cuánto tiempo sin vernos! – Y esa era la detestable, pero muy amable madre de Kevin. Tú riendo tímidamente. Ella – Pasa, cariño, pasa – Tú – Muchas gracias. – Entraste al caliente hogar de Kevin. Ella – Ven, siéntate, pequeña ¡Pero mira lo mojada que estás!–Lo decía mientras tomaba su rostro con las manos aterrorizada. Tú – No, no, solo quiero hablar con Kevin, además no quiero arruinar su hermoso sillón – Una cosa que habías aprendido era que a la madre de Kevin le encantaba que hablaran bien de ella, pero en especial de sus carísimos muebles, que su esposo compraba en cada viaje que él hacia a Estados Unidos.
Un hombre salió de un cuarto contiguo al vestíbulo – Querida, ya no hay detergente. – Traiga en sus manos una botella del tal detergente. Ella – Cariño, - se acercó a él – deja eso. – Le quitó el envase de las manos y dijo – Mira quién está aquí. – Alzó la mirada y por fin conocías al padre de Kevin, y ahora ya sabías de quién había sacado los ojos y la nariz – Oh, que sorpresa. Tú eres, tú debes ser ………………………- Tú sonrojada – Sí, soy yo. – Extendiste tu mano para estrecharla con la del hombre que había sacado un pañuelo para limpiar sus manos del detergente . Él – Un placer para mí también. Solo tenía el gusto de conocerte por fotos de la infancia, por supuesto, y por las anécdotas que cuenta nuestro hijo. – La madre de Kevin, que era bien conocida por ser compulsiva, tenía las manos llenas de detergente, que seguramente su esposo había dejado caer descuidadamente ensuciando toda la botella de aquel líquido, ella tenía una expresión muy dramática buscando un lugar donde dejar ese objeto pero un lugar en donde no ensuciara ninguno de sus hermosos muebles.
Tú – Sí, hemos pasado por mucho su hijo y yo. – No había duda de eso. El padre con un refinado vocabulario decía mientras acomodaba los tirantes de su pantalón – Eso me complace demasiado. Me parece – decía ahora tocándose la barbilla – que en estos momentos no está en condiciones para recibir visitas. – Tú – Disculpe, ¿De qué habla? – Ella – Parece que nuestro hijo está tomando una ducha, pero tú puedes tomar asiento, te buscaré algo para que te quites esa ropa mojada. – Tú – No, no hay problema, la verdad es que es muy urgente hablar con Kevin, su hijo. – Ella sonriendo– Pero no creo que esté en condiciones…- Tú – Por favor, creo que no le importara. – A la querida madre de Kevin se le acababa de borrar la sonrisa de su rostro y ahora te miraba con desdén, bien oculto tras sus pestañas llenas de rimel – Te he dicho que… - Su esposo – Querida, ve y sube, averigua si nuestro hijo puede recibir a esta invitada especial. – Ella sonriendo de nuevo – Lo haré. – Tú – La acompaño, señora. – Ella con un rostro serio – Está bien. – Y ahí aparecía de nuevo su sonrisa – Puedes decirme Kate, lo sabes. – Tú – Eso sería una falta de respeto para usted. – Ella rió como chiquilla.
La acompañaste hasta la habitación de Kevin donde su madre toco la puerta cerrada. Ella - ¿Querido? - ¿Acaso todos en esa casa se llamaban “querido”?  Tocó de nuevo - ¿Kevin, querido? – Abrieron la puerta, y por supuesto era Kevin con un albornoz puesto. Su madre- Querido… - mirándolo nerviosamente – te ha venido a buscar. – Kevin mirándote, pero sin mostrar sorpresa. Su madre continuó – Le he dicho que no estás en condiciones,- miro de arriba a abajo a Kevin – para recibir una visita, pero ella ha insis…- Él- Está bien, madre.- Ella- ¿Cómo? – Kevin – Está bien, ahora déjanos solos.- Abrió la puerta para que tú entraras. Tú- Con permiso. – Pasaste a la habitación y pudiste oír a la madre de Kevin diciendo - ¿Solos, en tu cuarto, tú así…? – Y Kevin cerró la puerta.
->Casi llegamos a las 100 seguidoras. (:

16.9.12

Capitulo 1.150


Saliste del cuarto de baño envuelta en una toalla.
Paul – Justo acabo de encontrar algo de ropa para ti. – Tú – Gracias.- Paul te dio la espalda y salió de la habitación. Tú tomaste la ropa que te había dado, te la pusiste y suspiraste.
Estabas demasiado cansada para ir a averiguar dónde estaba Paul, así que optaste por recostarte en la cama, y envolverte en sus sábanas.

Cuando Paul regresó a la habitación tú ya estabas a punto de quedarte dormida.
Él - ¿Te importa si trabajo un rato? – Tú – No, no. - Te llamó la atención que Paul trabajara, pues tú nunca lo habías visto componer, que suponías, era a lo que llamaba trabajo.
Él se sentó junto a ti en la cama, traía consigo unos papeles con frases, oraciones, estrofas completas, y una que otra tachadura.
Estabas demasiado cansada, pero querías ver a Paul mientras escribía. Él – Disculpa si te molesto, es que solo quería hacer unas pequeñas modificaciones, pero no quería estar ni un minuto sin ti…- Tú – No, no me molesta, has como si no estuviera. – Paul – Pero si eso es lo que no quiero.- Te dio un dulce beso en la mejilla. Cerraste los ojos para disfrutar ese momento, pero ya no pudiste abrirlos de nuevo, y te quedaste dormida.
A la mañana siguiente no encontraste a Paul en la cama, algo muy común últimamente.  Aun así te levantaste y te pusiste ropa casual, que también la noche anterior Paul te había traído. Saliste de la habitación, bajaste las escaleras tratando de no hacer ruido.
Un olor a pan tostado hizo que te dirigieras hasta la cocina, solo guiándote por el olor. Y ahí estaba Paul McCartney con una mirada desesperada y haciendo movimientos rápidos, pero principalmente, torpes.
Tú - ¿Te encuentras bien? – Paul – Oh, te quería sorprender, pero ya te has levantado- Tú acercándote - ¿Puedo ayudar? – Paul – No, no, ya está todo listo – Tú mirando lo sucia que había quedado la cocina – Parece que hiciste un desastre. – Paul – No sé lo que me pasó. Solo hice tostadas. – Tú riendo y tomando un pan tostado – Ven, hay que sentarnos para desayunar juntos -.
Pronto Paul y tú estaban teniendo un delicioso desayuno. Pero de repente Paul  te dijo - ¿Cómo se siente, señora McCartney? – Habías tragado un pedazo completo del pan tostado, y te estabas ahogando, comenzaste a toser y a toser. Paul – Toma este té, tómalo. – Le hiciste caso, y esto te alivio casi al instante. Paul - ¿Estás bien? – Tú – Sí, - tu voz no recobraba el tono normal – sí, estoy bien. – Aclaraste tu garganta. Paul – Me preocupaste…- No dijeron nada más a partir de ese momento.
Cuando terminaron de comer, y ayudabas a Paul a limpiar los tratos, dijiste – Tengo que regresar a mi casa…- Paul - ¿Para qué? – Tú – No puedo quedarme aquí…- Paul te miro e iba a decir algo – no puedo quedarme aquí, allá todo es más fácil para mí, ya tengo una rutina, todas mis cosas están allá. – Paul - ¿No quieres mudarte conmigo?- Tú - ¿Mudarme? ¿Tan pronto? – Él con desconcierto - ¿Tan pronto? – Te tomó por la cintura – Nos vamos a casar. No creo que sea tan pronto.-  Tú sintiendo un balde de agua fría – Sí, lo sé, cariño. – Tomaste un mechón de cabello de Paul – Pero ni siquiera tengo ropa para cambiarme, no tengo un cepillo de dientes, no tengo el material para la escuela, aquí me queda muy lejos de la escuela y de mi trabajo.- Paul besando tus labios mientras hablaba – Deja tu ropa, deja todas tus cosas – Tú- Paul… - Te parecía lindo todo lo que decía. Él continuó – Deja de estudiar, deja de trabajar…- Te separaste de él y con los ojos bien abiertos dijiste - ¿Qué? Paul, ¿de qué hablas, por qué me pides esto? – Paul sin comprender – Sería divertido.- Tú - ¿Divertido? – Te separaste de sus brazos – Estás hablando de mi futuro.- Paul con su sonrisa que parecía sin entender aún – Nuestro futuro. – Paul seguía hablando con su tono meloso y lo odiabas. Tú - ¿Nuestro? Sí, sí, pero… - nerviosamente – tú ya tienes un futuro consolidado, eres exitoso, rico, guapo, talentoso, integrante de una banda - Suspiraste -  Yo por otro lado, no tengo nada. – Paul sin entender – Me tienes a mí. – Tú  explotando - ¡Basta, Paul! – Él - ¿Qué pasa? – Tú – Yo necesito hacer esto. – Paul – Pero ahora tienes que hacerlo conmigo…- Parecía que ya estaba más serio. Tú – Lo sé, pero…- Paul – Aún no estás preparada.- Tú negando con la cabeza-No, no es eso…- Paul - ¿Entonces?  - Tú un poco más tranquila – Ponte en mi lugar, por favor, piénsalo. – Paul mirando sus dedos – Sí, creo que tienes razón…- Tú aliviada – Sabía que entenderías… - Besaste su frente. Tú un poco nerviosa – Pues creo que iré ahora, tú sabes… - Paul con una sonrisa – Te acompaño.-  Tú – No, no… Bueno, sí, es que no traje mi auto, - estabas muy avergonzada, acababas de pedirle a Paul darte un espacio, y ahora le pedías un favor. - entonces me tendrás que llevar, pero… - Paul – Pero quiero ir. – Era momento de hablar serio con Paul – Cariño, tengo que hacer algunas cosas en las que no… no necesito compañía. – Paul – Ahora entiendo, - suspiró -  ¿entonces solo quieres que te lleve a tu casa y ya?…- Tú besándolo- Sí, por favor – Paul - ¿Segura? – Tú – Totalmente. – Paul - ¿Entonces qué esperamos? Entre más pronto te vayas, más temprano llegarás y estarás más tiempo conmigo. – Te volvió a tomar por la cintura, y comenzó a besar tu cuello y boca. 
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