…Te sentías la mujer más feliz del mundo después del día en
la playa. Todo tenía color, y si no lo tenía tu se lo agregabas. Todo era
lindo.
No existía ni un
sentimiento negativo; aunque unas veces, te faltaba el aire cuando él se iba después
de haber estado juntos, con sus manos entrelazadas, rozando sus labios tan
suaves, mirándose a los ojos y saber que su mirada solo mostraba sinceridad y
total amor, escuchar su voz diciéndote cosas que te hacían sentir bien y
estremecerse cuando te decía: Te amo.
Te amo, esa frase que jamás nadie te había dicho y sin
importar esto, tú sabías que era verdad. Sin haberlo sentido antes, sabías que
el sentimiento era verdadero y mutuo. En ese momento estabas completamente que
te habías enamorado de él.
Sentías una tristeza rotunda cuando él se marchaba, pero ese
sentimiento negativo desaparecía cuando sabías que al día siguiente lo verías
de nuevo, que nuevamente tendrías esas sensaciones que hacían que pensaras que
solo existía él y tú. Y después de haberlo visto recibías una llamada de él,
haciéndote saber que te extrañaba ya, siendo que apenas te había visto.
Ese era el tipo de amor que siempre habías soñado, sin
poderte imaginar lo bien que se sentía estar enamorada, sin imaginar los
sentimientos tan maravillosos que se podían llegar a tener.
Era como estar en un sueño, pero no en un sueño común o
corriente. Más bien era como si se estuviera soñando despierto: todo era
fantástico, increíble, perfecto. Pero todo lo que se sentía en ese sueño era
lleno de emociones y sentimientos que se percibían al cien por ciento.
Después de un tiempo comprendiste que decirle: te amo; no
era suficiente. Tratabas de buscar formas para poder hacer notar lo tanto que
lo necesitas, apreciabas, querías, deseabas, anhelabas, amabas. Pero nunca te
era suficiente a pesar de tus esfuerzos: repetías y repetías esa frase que cada
vez se te hacía más hueca para demostrar lo que sentías. Aunque, siempre
existían ocasiones en las que las cosas que hacías por él solían satisfacerte,
pues estabas segura de que esas acciones demostraban completamente lo que sentías
por Paul.
Perfecto, habías llegado a calificar tu relación con Paul, pero después…. Pero después estabas
en el asiento de copiloto en medio de la noche sin decir ni una sola palabra
después de haber escuchado de los labios de Paul que te había engañado y había
mantenido algo con una tal Sally.
En tu cabeza también permanecía el momento en que Kevin te
había besado.