Mirabas a tu alrededor, era un lugar sin mucha decoración,
era exactamente como te imaginabas el cuarto de Kevin justo antes de entrar.
Él - ¿Qué haces aquí? – Se sentó en un sillón que estaba
junto a una ventana cerrada. Tú querías parecer segura, pero esta vez te falló
la voz – Quería ha-hablar contig-o – Kevin - ¿Sobre qué? – Tú tratando de que
esta vez sí parecieras segura de ti misma – Quiero que lo nuestro termine. –
Kevin con una sonrisa - ¿Lo nuestro? –Bufó - ¿entonces si había algo? – Se
levanto de su asiento. Tú retrocediste diciendo – No es eso a lo que me
refiero. – Kevin seguía moviéndose tomando ropa de un lugar y de otro. Él -
¿Entonces por qué lo has dicho? – Tú – No te desvíes del tema. – Kevin - ¿Te
importa si me visto? – Tú sonrojada - ¿QUÉ? – Kevin – Sí, aquí en el baño. – No
habías notado que su habitación tenía otra puerta que daba a un baño. Tú – Sí,
sí, haz lo que quieras. – Kevin se dirigió al baño, y entrecerró la puerta. Tú
continuaste – El punto es que no quiero que me vuelvas a… - Al otro lado de la
puerta estaba Kevin desnudo. Seguiste – No quiero que me vuelvas a besar. – Por
el resquicio podías ver algunas sombras con movimiento que de seguro era Kevin.
Tú – ¿Me entiendes? – Kevin salió con unos jeans obscuros y una sudadera verde
– Está bien. – Tú con los ojos bien abiertos - ¿Qué? – Kevin – Está bien. – Tú
- ¿Estás siendo honesto? – Kevin – No haré nada que tú no quieras que yo haga.
– Tú – Entonces nunca me volverás a besar… - Te interrumpió – Yo no haré nada
que tú no quieras que haga- Tú tratando de comprender – De acuerdo, me alegra
que esto se haya aclarado. Me voy. – Kevin- ¿Irte? – Tú – Sí…- Kevin – Quédate
un rato más. – Tú - ¿Qué no entendiste lo que te dije? – Kevin – Sí, pero eso
no quiere decir que no te quedes un rato, ¿o sí? – Tú – No, no quiere decir
eso, pero no quiero quedarme.- Sonaste muy convincente y eso te agrado. Kevin- Muy bien, entonces te puedes ir. Pero
por favor toma este suéter. – Te tendió este. Tú no lo aceptaste – No, gracias,
así me iré, estoy bien. – Kevin alejándose de ti - ¿Segura? – Quito las
cortinas de su ventana – Se ve que la lluvia está espantosa. – Te acercaste
rápidamente junto a él – Carajo. – Pasaste tu mano por tu cabello. De pronto
notaste que estabas muy cerca de Kevin, lo que te hizo brincar alejándote de
él.
Kevin - ¿Aún así te irás? – Tú – Sí. – Miraste el suéter que
no habías aceptado – Pero aceptaré tu suéter, aunque parece bastante feo. –
Kevin – Si lo prefieres le puedo decir a mi madre que te preste uno de los
suyos- hizo un ademán con la mano – tiene un gusto irresistible. – No pudiste
evitar reír. Tú – Creo que así está bien. – Kevin – Así es… Bueno – junto sus
palmas – te acompañaré a la salida. – Tú – No es necesario. – Kevin – No
importa lo haré. – Te encogiste de hombros, y Kevin te indicó la salida.
Bajaron las escaleras en silencio; ya en el vestíbulo la
madre de Kevin los abordó - ¿Cómo están, chicos? – Los escudriñaba con la
mirada, buscando algo que no cuadrara. Cuando reparo en que su hijo ahora ya
estaba vestido se limito a hacer una mueca. Kevin – Nada, creo que…………………… ya
se tiene que ir. – Te miró pícaramente, tú lo ignoraste. Ella - ¿Irte? Pero está lloviendo catastróficamente.
– Tú tratando de ser educada – No parece ser tan mala, además mi coche está
justo aquí afuera, solo son unos pasos. – Kevin – Estará bien, madre, yo la
acompañaré.- Ella – Está bien, querido. – Dirigiéndose a ti – Espero que pronto nos vuelvas a
visitar y podamos platicar todos. – Tú – Claro que lo haré, no tenga dudas de
eso. –Pensaste que habías sido demasiado sarcástica. Al parecer ella no lo notó
y te devolvió una acogedora sonrisa. Preferiste solo despedirte de ella. Tú -
¿Y su esposo? – Ella – No te preocupes por él, yo le diré que le mandas
saludos. – Rió estúpidamente, pero con su encanto especial. Kevin – Muy bien,
te acompaño. – Tú – Hasta luego. – Se encaminaron hasta la puerta en donde
Kevin la abrió y un fuerte viento abofeteo sus rostros.
Kevin – Ahí vamos. – Tomo un paraguas negro y lo abrió,
procurando abrirlo fuera de la casa, pero evitando que él saliera de la parte
seca de su hogar. Jaló de tu mano que te tomó por sorpresa y salieron corriendo
de su casa. Cuando ya estaban junto a tu coche, Kevin espero con el paraguas
mientras tú buscabas tus llaves.
Kevin - ¿Y si te besará en este momento?- Tú -
¿De qué hablas? ¿Qué no escuchaste lo que te dije ahí adentro? – Kevin – Yo
dije que no haría algo que tú no quisieras, pero tal vez quieras este beso. -
¿Quererlo? ¿Por qué no sería una buena idea? Tú de repente de enfureciste –
Cállate, y déjame en paz. Fue un error venir a verte. – Kevin – No había
necesidad. – Tú – Por supuesto que la había. – Kevin – Podías haberte limitado
a no volver a besarme. – Tú – Yo nunca te he besado, tú siempre has sido quien
me ha besado a la fuerza. –
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