Hola



15.6.14

Capítulo 1.154

Paramédico – Bien, suba usted por aquí. – Dirigiéndose a Evan. Y así fue que los dos paramédicos, Evan y tú se dirigieron al hospital.
Dentro de la ambulancia los paramédicos gritaban todos sus tecnicismos que tú no entendías, pero ellos continuaban haciendo su trabajo con ayuda de los primeros auxilios.
Evan tomando tu brazo – Yo no soy Kevin. – Tú – Yo bien sé que no eres Kevin. – Él - ¿Quieres que busqué al susodicho? – Tú – No lo sé. – Paramédico – Señorita, no se mueva. – Tú – Está bien, ok.-
Llegaron al hospital y después de ahí todo fue muy rápido: te asignaron un médico, una camilla del hospital y curaron tus heridas, pero sin olvidar colocarte un collarín súper incómodo.
Un médico anciano hablaba con Evan en el pasillo, donde tú estabas ubicada–Debería quedarse unas horas en observación. -  Evan – Claro, lo que usted diga. – Médico – Muy bien, entonces mi trabajo ya está hecho, pero no duden pedir ayuda a lo que sea que necesitan a las enfermeras.  En unos momentos le asignaran una habitación. – Evan – Muchas gracias. – Se estrecharon las manos y el anciano desapareció.
Evan – Señorita, quisiera pedirle una disculpa. – Tú – No hay problema. – Te rascabas tu frente, tenías una comezón justo donde te habían cocido una herida que el volante te había provocado.
Evan acercándose a ti – No creo que eso debería de hacerse. – Decía señalándote. Tú – Lo sé, sólo que es molesto. – Evan – Buscaré una solución. – Giró sobre sus tobillos, miró por todas partes, optó por seguir a una enfermera vestida de rosa dejándote sola.
Debías salir de ahí lo más pronto posible, Paul se empezaría a preocupar, pero en ese pasillo no había ningún teléfono.
Lograste distinguir a Evan al final del pasillo. Cuando estuvo cerca dijo –Parece que aquí nadie quiere ayudar. –  Tú – Muchas gracias, no hay problema –  Te moviste levente para buscar un teléfono en esa pequeña habitación, pero un terrible dolor de cuello te impidió esto. Tú – Oh Dios mío. – Evan - ¿Está bien? ¡Ayuda! – Tú – Tranquilo, tranquilo, estoy bien esto ha sido mi culpa.- Evan – Iré a buscar ayuda inmediatamente. – Tú tomándolo por el brazo provocándote más dolor del que tenías - ¿Sabes qué otra cosa podrías hacer? – Tú con una mueca - Llamar a alguien, para que te releve. – Sonreíste. Él – Por supuesto. – Buscabas donde escribir; Evan eficazmente te dio una pluma elegante junto a un trozo de papel muy blanco, le diste las gracias y escribiste el número de la casa de Paul  y el número de la casa de los chicos debajo. Tú – Mira, marca al primer número. Haz varios intentos, es una casa grande con un solo teléfono. – Suspiraste – Si no contesta, entonces llama al segundo. – Evan - ¿Y si no contestan? – Tú - ¡Lo harán, lo harán! – Evan – De acuerdo. – Ahora vuelvo. –Evan salió de tu vista, en cuanto hizo esto tú empezaste a reír: ese chico era especial, bastante guapo, bastante educado, bastante caballeroso, sería el sueño de varias chicas, o más bien de varias madres y abuelas. Tus pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por Evan. No habías notado lo mucho que se había tardado.
Él – Han contestado al primer número. – Tú - ¡Que alegría! – Él- No he querido que se alarme, así que traté de ser sutil, pero no funcionó. – Tú – Está bien, - suspiraste  - lo bueno será que ya no estarás aquí. – Evan sonriendo  - Claro. – Evan mirando a sus alrededores – Eh, claro, lo había olvidado: una enfermera me ha informado que ya le han asignado un cuarto, una habitación del hospital. –  Tú sonriendo – Genial. – Él – Me han comentado que ha sido el cuarto número 62. Pero me temo que no sé donde se encuentra, y las enfermeras tienen demasiado trabajo corriendo por todas partes para hacer esto. – Una mirada de enojo de Evan se dirigió al  pasillo donde se encontraban varios trabajadores. Continuando – Pero podemos aguardar hasta que alguien nos pueda guiar. – Tú conteniendo una sonrisa burlona – Absolutamente. – Pasaron varios minutos, y las ganas de rascar tu cicatriz volvió.
Evan – Por favor, no siga. – Tú – Lo siento, es inevitable. – Evan se había levantado de su lugar, que era la punta más alejada de ti sobre la camilla, el silencio era inevitable y totalmente incómodo. Hasta que una mujer delgada y blanca llegó a romper esa atmósfera tan apagada. Enfermera – Los llevaré a su habitación. – Tomó unos papeles que estaban en la esquina de la camilla en donde te encontrabas, leyó por unos segundos y finalmente dijo – Habitación 62. – Evan – Correcto. –La enfermera los llevó a un cuarto no muy lejos de donde habían estado.
Mientras la enfermera te colocaba unos horribles aparatos médicos encima Evan interrumpió con su voz – Disculpe, señorita... – No se refería a ti - ¿podemos hablar en privado? – Qué incomodidad más grande sentías; pasaron como máximo dos minutos para que la enfermera dijera muy molesta -  Aquí tenemos mucho trabajo que hacer. – Y la mujer salió moviendo sus caderas como en una pasarela.
Evan indignado  - ¡Que horrible servicio es este! – Tú - ¿Por qué lo dices? – Él mirando hacie la ventana cerrada que no mostraba más que unas hileras de luz que apenas y se veían – Es que cuento con tanto tiempo…- Y no dijo más. Toda esa situación sólo te llevaba a hacerte una pregunta: ¿tendría mucho contacto con las personas o todo lo contrario? Tras analizarlo creíste que lo último. Parecía que no tenía amigos, y lo decías sobre todo por su forma de ser, era alguien muy serio y respetuoso. A pesar de ser de la misma edad, tres o dos años mayor que tú, calculaste, el chico parecía no encajar contigo.
Evan decía entre labios y con una voz que apenas y escuchabas – Tiempo… – De repente abrieron la puerta con tal fuerza que Evan y tú saltaron de sus lugares alarmados.
Evan – Ha llegado– Se levantó de su lugar y dirigiéndose al hombre que justo acababa de entrar – Buenas tardes, Samuel. – Estrecho su mano.
Samuel – Muy bien. Ya que estábamos todos listos. – Miro a Evan, y este le devolvió una sonrisa. – Haré mi trabajo. – No entendías muy bien de que se trataba esto. Samuel – Señorita, - se quedó pensativo - ¿cuál es su nombre? – No respondiste pues no se dirigía a ti, sino a Evan – Oh, no yo no sé su nombre. – Samuel muy sorprendido dijo por fin dirigiéndose a ti – Entonces, ¿cuál es su nombre? – Tú – Yo me llamo ……………………. – Evan murmurando– Un gusto. – Parecía no pensar muy bien lo que decía pues rápidamente dijo – Oh, lo siento, estaba pensando en voz alta. – Samuel reprobaba todas estas cosas con su mirada. – Muy bien, así que la señorita ……………………………. Que fue víctima de un accidente provocado involuntariamente por un empleado del señor Evan Mason que estaba cumpliendo con las órdenes de su jefe. Queda libre de cargos, al igual que el joven Mason, ¿no es así? – Tú - ¿Qué? – Evan sonreía por primera vez que lo conocías, eso quería decir, en promedio tres horas.
Samuel – Aquí está el trato. – Abrió su portafolio, tomo unas hojas escritas a máquina de escribir, te lo dio junto con una pluma. Tú refiriéndote a Evan - ¿Qué es todo esto? – Samuel abriendo sus enormes palmas- Es solo papeleo, por seguridad. – Te sonrió. Tú leyendo las hojas que el abogado te había dado, todas decían cosas del señor Mason, del joven Mason, de una empresa, de artículos, y cosas que no entendías en lo absoluto.
Evan a Samuel - ¿Nos podrías dejar a solas? – Samuel con sus ojos como platos – Pero podría hacer algo involuntario que hiciera que ella no firmara. – Parecía que en esa habitación sólo existieran ellos dos. Evan – No, no, lo tengo todo bajo control. – Samuel sin muchos ánimos salió de la habitación.

Tú – Dime, ¿qué es todo esto? – Evan desdoblando su camisa – Solo es papeleo por seguridad. – Tú – Sí, ya lo escuche, pero, ¿de qué se trata? – Evan ahora colocándose su saco – Es por seguridad, para evitar una demanda. – Tú comprendiendo - ¿Una demanda mía para ti? – Él ahora arreglando su corbata – Sí, para mí que en efecto por estar usando mobiliario de la empresa, sería en efecto una demanda para la empresa a la que le brindo mis servicios. – Tú negando con el dedo – Claro que no, aquí dice: “La empresa Mason” y cosas así. Entonces es tu empresa. – Evan – Es la empresa de mi padre, que cuando muera este será mía, en efecto. – Tú - ¿Entonces sólo firmo y no pasará nada? – Evan con una expresión de alivio – Exacto… Te pido por favor que firmes esa hoja, no puedo tener más problemas…- Tú – Claro… - Era demasiado para ti, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo: ahora estabas comprometida, estaba Paul, estaba Kevin, habías sufrido un accidente, tenías presión por todas partes, y comprendías en cierta forma a Evan, parecía ser el producto de los anhelos y exigencias de su padre. Tú – Listo – Evan tomándote por las manos – Muchísimas gracias, por supuesto que recibirá una gran indemnización- Y fue ahí donde Paul entró a la habitación con más violencia que con la que Samuel había entrado.

1 comentario:

  1. OMFG!!!!!o.o
    Por fin Despues de tanto subes!!!!!!(:
    Me alegró tanto espero y subas más seguidó porqué tú historia es tan agdvdhshdv!!!^.^
    Saludos y sube pronto!!;)

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