Hola



9.11.10

Capitulo 1.80

Pero siguió subiendo, hasta tu boca. Empezaron a jugar con sus lenguas, a rosar sus cuerpos.
Después de un rato ya empezó realmente el acto sexual, en si.
Paul empezó, tú no pudiste evitar una risa nerviosa, un tanto infantil, te odiaste por eso. Pero dejaste de pensar. Empezaste a disfrutar, sentir cada sensación, cada rose, cada caricia, cada beso, cada expresión, cada ronroneo, cada situación.
Te preocupaba un poco no poder hacer sentir a Paul lo mucho que él te hacia sentir. Pero de un momento a otro todo en tu mente se borro, los tabúes, la pena, sentirte incomoda, todo esto para ahora tener tu mente en blanco. Y sin alarmarte lo de hacer sentir a Paul, pues de una manera extraña tu cuerpo se coordinaba perfectamente con el de él. Pegabas tus caderas a el lo mas que podías, y recorrías su espalda con las yemas de tus dedos haciendo figuras sin sentido, comías a besos su cuello, su oído, todo lo que tuvieras a tu alcance.
Era un placer infinito, te sentías realmente bien.
Después tú solamente te dedicaste a sentir todo, no hacías ningún movimiento.
Escuchabas el rechinido de la cama de Paul, los leves gemidos de él, y también los tuyos. Podías ver levemente la expresión de placer de Paul por la luz de la luna que se colaba de entre los espacios descubiertos de la cortina de su ventana.
Un poco más tarde tú estabas agotada, igual que Paul. El se recostó junto a ti y te miro directo a los ojos, la luz que pasaba entre las cortinas te ayudo a ver mejor, y dijo- Te amo…- Tú- Te amo…- Y terminaste con un pequeño beso en los labios de Paul.
No querías dormir, no ahora. Pero sentías tus parpados muy, muy pesados. Al final cerraste tus ojos con una imagen muy presente en tu mente, Paul mirándote con una sonrisa entre los labios.
A los cinco minutos, o eso pareció, un leve cosquilleo en tu espalda hizo que te despertaras.
Abriste lentamente los ojos. Vislumbraste la ventana entre abierta de Paul. Giraste para ver de frente a él.
Y ahí estaba con una sonrisa, mirándote.
Se veía tan perfecto, el color de su piel combinaba con las blancas sabanas de su cama. Y sus ojos, con un brillo especial te miraban y dijo casi en un susurro- Buenos días preciosa- Tú con una gran sonrisa respondiste- Buenos días guapo- Paul sonrió aún mas. Se quedaron mirando un rato mas, rosando con sus manos sus brazos, su rostro, entrelazando sus manos.
Después de un rato Paul te dijo que se daría una ducha, te pregunto si querías ir con él, sonrió como un niño y se apresuro al baño.
Era un poco extraño mirar a Paul yendo al baño solo con calzoncillos. Te provoco un poco de risa que ahogaste rápidamente para no llamar la atención de Paul.

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