Hola



7.8.14

Capítulo 1.159

Después de varios minutos preguntaste - ¿Hacia dónde va el taxi? – Paul mirando por la ventana – Hacia nuest… a mi casa – No volvieron a decir más.
Bajaron del taxi, Paul pagó al conductor y quedaron solos. Paul sin ni siquiera mirarte y procurando siempre darte la espalda avanzó hasta la puerta, tú lo seguiste.
Entraron por la puerta trasera y dieron con la cocina. Tú – Quiero tomar un largo baño – Paul revisaba unos sobres sobre el desayunador – Ya sabes dónde está el baño – Sin duda ambos se habían convertido en esos ogros horripilantes.
Subiste con muchos esfuerzos por las escaleras, tardaste mucho en llegar al baño y comenzaste a quitarte tu ropa, el dolor te lo hacía todo más difícil. A pesar del sufrimiento por el que pasabas evitabas gritar que era lo único que deseabas hacer. Estabas a punto de desabrochar tu pantalón cuando Paul te rodeó con sus brazos y  se encargó de desvestirte en su totalidad. Antes de que giraras limpiaste de tus mejillas las lágrimas que se te habían escapado.
Ahí estaba el amor de tu vida, con sus ojos más tristes que jamás hubieras visto, su boca no decía nada. Comenzó a desabotonarse su camisa mientras tú no apartabas la mirada de sus ojos.
La bañera ya estaba lista. Paul entró dentro y te ayudó a que lo acompañaras. Era realmente relajante: estabas apoyada sobre el cuerpo de Paul, no podías ver su rostro pero sus brazos te rodeaban totalmente.
No querías arruinar el momento, sabías que Paul era el que sabía que palabra utilizar en el momento adecuado pero también permanecía en silencio, callado.
Él – No quiero lastimarte, tomaré esta esponja – Te inclinaste un poco para enfrente y él giró su tronco para alcanzar una mesita donde había todo tipo de esponjas, sales, perfumes, jabones, lo que fuera. Paul empezó a pasar la esponja por tu espalda mientras peinaba tu cabello y lo movía para enfrente, pasaron así un largo rato. Se acercó a tu cuerpo y beso tus hombros – Recárgate de nuevo – Lo hiciste y ahora Paul tallaba tus brazos, tu cuello, pasó sus manos muy indiscretamente por tus pechos y empezó a tocar con su mano tu seno derecho, así pasó un buen rato hasta que con la esponja bajó hasta tu vientre.
Tú – Paul… - Él – Por favor, no lo hagas. – Tú muy despacio – Es necesario… - Él, sin expresión, sin rostro, más que su voz y sus manos – No hay momento en el que cuando hablamos no terminemos peleando, por favor, quiero estar tranquilo de nuevo contigo y recordar este momento y no tratar de reprimir esto como los últimos pasajes que hemos vivido… por favor. – Tenía razón. Suspiraste y comenzaste a sollozar en silencio, tratabas de disimularlo pero sabías que Paul ya lo había notado, no pasó mucho para que dejaras de hacerlo, en eso, Paul te tomó con más fuerza con sus brazos y tú no hiciste más que ceder a estar más cerca de su cuerpo.
Después de lo que dijo Paul ninguno de los dos se atrevió a decir alguna otra palabra, bajaron a tomar un poco de té, subieron, entraron a la habitación, apagaron las luces y durmieron.
A la medianoche despertaste y no viste a Paul, en vez de eso escuchaste los acordes de una guitarra. Saliste de la habitación y viste una luz encendida a lo lejos, avanzaste y reconociste la espalda de Paul. Esperaste unos segundos en la entrada de la habitación. Él – Entra, acércate – Giró su cabeza, se veía más sereno - La he terminado… - Tú viste como la luz de la lámpara alumbraba unas hojas tachonadas – Y quiero que la escuches – Seguías en silencio, viendo como Paul acercaba a él una guitarra – Aquí voy… toma asiento - Se miraron brevemente y él comenzó.

27.7.14

Capítulo 1.158

Despertaste, Paul estaba a tu lado mirándote – Hola, ¿qué tal has dormido? – Tú frotando tus ojos con una ligera molestia por los golpes que habías recibido en tu rostro por el choque – Parece que hubiera dormido años… ¿Tú cómo estás? – Paul te clavaba esos ojos claros – Yo estoy feliz de estar contigo, yo te estoy amando – Estiraste tu mano hacia él, querías sentir el calor de su piel, notaste que estabas temblando – Eres la mujer más importante en mi vida – Paul acercó su rostro hasta tu mano – Eres mi vida, y te he descuidado, eres lo más preciado para mí y te he defraudado tantas veces que me odio a mí mismo. Temo tanto que me dejes que a veces me altero por cualquier cosa, pero hay algo que sí sé y es que te necesito, lo demás no me importa. – Ese hombre que mirabas, el que amabas, te dejaba sin respiración, sin palabras, solo podías entender las he él había dicho y resonaban una y otra vez dentro de ti – Paul… - Acercándose más a ti pero sin soltar tu mano junto a su rostro – No es necesario que digas algo, lo siento, lo sé, nos amamos y no importa que el mundo se esté pudriendo alrededor de nosotros yo te amaré en cualquier momento… Ahora creo que es momento de que lo sepas y me entiendas: quiero estar contigo el resto de mi vida, quiero casarnos, tener 10 hijos si es posible, crear un hogar, sin ti no sé qué sería de mi vida. – Te encontrabas más indefensa que nunca – Pero ahora, creo que es momento para que vuelvas a descansar. – Beso tu frente, te sonrió y beso tus párpados invitándote a no volver a abrirlos. No pudiste dormir como en cinco horas, aunque no te atrevías a abrir los ojos, sabías que ahí estaba Paul, no soportarías otra confesión más y tenías que aparentar estas sumergida en un profundo sueño.
Paul – Cariño, cariño… - Abriste los ojos, eras mala actuando, trataste de lucir sorprendida - ¿Sí? ¿Qué pasa? – Sabías perfectamente que ya no necesitabas estar más en el hospital – Los médicos dicen que ya no es necesario que estés más tiempo aquí. – Tú aparentando desconcierto - ¿Estás seguro, Paul? Eso me haría realmente feliz. – Paul sonriendo – Así es cariño, te podré cuidar yo desde la casa – Tú sonriendo, dando la sonrisa más sincera que podías – Me  alegra tanto. – Se besaron rápido y suavemente.
El proceso para que pudieras salir fue fácil: Evan lo había dejado todo solucionado. Paul buscó un taxi rápidamente, entre menos tiempo pasaran en la calle mejor.
Paul – …………………., te cuidaré como nadie lo ha hecho jamás – Tú – Es lo que necesito. - ¿Qué le habría dicho Evan para que estuviera tan tranquilo - ¿Sabes algo? Me muero de hambre.

Paul – Yo también, recibí una invitación para ir a la casa de Brain Jones, ¿lo conoces? Es un amigo que me invitó a desayunar hace días, pero no he podido ir, podríamos ir… - Giró a verte – Tendría que vivir en una cueva para no conocerlo, además, no creo que esta sea la oportunidad perfecta para mí de aceptar una invitación a desayunar. Podrías ir tu solo – Paul bufó – No quiero ir a ninguna parte sin ti – Tú – Entonces acompáñame a mi casa descansar – Tomaste su mano apoyada en su rodilla - ¿Para qué ir a tu casa si podríamos ir a nuestra casa? – Tú confundida – Sí, claro… pero en mi casa podría estar más cómoda – Paul riendo tristemente – Acepta que odias la idea de vivir conmigo – Tú casi llorando – No digas eso, es sólo que no quiero ser una carga para ti – Paul muy serio y mirándote como nunca lo había hecho – Yo quiero que seas todo para mí, sin importar qué. – Lo había vuelto a hacer: te había dejado sin palabras. No podrías creer que Paul pudiera seguir contigo siendo tú un ogro horripilante. 
Hola, les agradecería si le enseñan el fic a sus amigas. :) Dejen los links de sus propios fics en los comentarios. 

15.7.14

Capítulo 1.157

Seguías mirando la puerta, Paul había desaparecido tras de ella.


Evan - ¿Está bien?- Tú muy alterada - ¿Qué? ¿Qué…? – Evan había estado ahí todo ese tiempo. Había visto como Paul y tú  peleaban. Evan acercándose a ti - ¿Está bien? – Tú – Paul se fue… - Evan echándole un vistazo a la puerta – Sí, se ha ido. Pero, ¿usted se encuentra bien? – Tú – Eso creo… - No lo soportabas más y rompiste en llanto.
Evan con movimientos torpes – Tranquila, tranquila. – Tú tratando de ocultar el rostro tras tus manos – Nos vamos a casar…- Evan – Felicidades. – Tú desconcertada - ¿No acabas de ver lo que pasó? ¿No acabas de ver como eche a perder todo? – Evan – Siempre hay momentos buenos y malos en las relaciones, así debe ser. – Tú desesperada - ¡Claro que no! Se supone que uno debe de ser feliz todo el tiempo. Se supone que no debe de haber malos momentos, se supone que no tiene que haber infidelidades, se supone que debemos de estar bien.  – Evan riendo. Tú groseramente - ¿De qué te ríes? – Evan dejó de reír al instante y  un poco nervioso – Pues al parecer en eso estamos en desacuerdo. – Tú sorprendida - ¿Qué? ¿Crees que debe de haber infidelidades? Los hombres son unos… - Evan – No, no, en eso estoy de acuerdo con usted… - No entendías, así que dejaste que continuara – No se puede ser feliz todo el tiempo, pues si así lo que  fuese la felicidad ya no sería felicidad; sería algo así como un hábito  horrible. – Tú – Me gustan los hábitos. – Evan – Puede ser, pero… ustedes se ven felices. – Tú de nuevo no entendías lo que ese chico te decía. – Bueno, no creo que ustedes sean desgraciados. Al principio se veían contentos, ahora solo están molestos por un suéter, no es un gran problema. – Tú – Yo lo sé, además yo hice esto por él. -Dijiste tomando el suéter con las puntas de los dedos. Suspiraste - No sabes cuánto me hubiera gustado haber dejado las cosas así como estaban, pero yo sabía que Kevin iba a intentar algo, ese chico es un…. Maldito.–  Evan – Ya ha puesto de su parte, así que ahora le toca a él poner de su parte. – Tú – Exacto. Yo no quería ir a ver a Kevin, me daba miedo verlo, ¿qué piensa él? ¿Acaso cree que estaba muy feliz por irlo a visitar? No, pero tenía que confrontarlo para que lograra sentirme tranquila. Para saber que ya no pasaría nada… - No estabas segura, Kevin había afirmado que no haría nada que tú no quisieras, ¿y si tu querías? – No, no, no… Además – bufaste – ahora necesito de él por lo que me acaba de pasar, necesito a Paul para cada aspecto de mi vida – Evan – Creo que solo necesita tiempo para aclarar su mente.  – Tú – Pero yo solo lo necesito a él. – Evan – ¿Se lo ha dicho? – Tú nerviosa – Sí, s-sí. – Sonreíste. Evan frotándose las manos – ¿Se lo ha dicho recientemente? – Tú – Pues… - Recordaste - ¡SÍ! Apenas se lo dije ayer por la noche… esto es tan injusto. – Evan – Así lo es, siempre es así. – Tú – A veces… - Suspiraste. Tú - ¿Crees que cancele los planes para la boda? – Evan sorprendido – No lo sé. – Tú - ¿Tú qué harías? –Eva- ¿Yo? – caviló unos segundos y luego dijo – Yo regresaría a su lado, le pediría disculpas, sería totalmente honesto, para después juntos buscar una solución, una solución que sea la mejor para los dos, inmediatamente pensaría en la boda, prepararía todo… para que fuera perfecto.- Wow, ese hombre era una caja de sorpresa. Evan – Pero, solo lo haría si estuviera seguro de lo que siento. – Tú – Pero… - Evan – Creo que iré a dar una vuelta, vuelvo en un segundo. – Tú – No, no, espera. – Evan distante- ¿Si? – Tú - ¿Me harías un favor? – Evan como a miles de metros de distancia – Lo que sea. – Tú - ¿Podrías buscar a Paul? – Evan un poco más lúcido – Claro… ¿Quiere que le diga que lo busca? – Tú – Sí… - pensabas - ¿Podrías hacerme otro favor? – Evan asintiendo con la cabeza – Claro. – Tú - ¿Podrías hablar con él? Parece que tú entiendes más como está él en este momento, y ahora sabes cómo estoy yo….  – Evan – Pero usted debería explicárselo. – Tú – Sí, pero ahora está muy alterado… - Evan - ¿Realmente así lo desea? – Tú riendo por su caballerosidad – Sí, creo que… - pensaste – sería una excelente idea. – Evan - ¿Está segura? Esto podría malinterpretarse. – Tú – No, tal vez alguien más debería de explicárselo. – Reíste y con los brazos extendidos dijiste – Y qué mejor que se lo explique un desconocido. – Evan – Parece bastante… - le rogaste con tu mirada, incluso juntaste tus manos. Evan – Oh, de acuerdo, intentaré hacer algo. – Tú muy sonriente – Gracias, gracias. – Evan olvido su caballerosidad, y al igual que Paul te dio la espalda y se fue. Te encontrabas sola en la habitación. Sola, sola, sola, sola, sola con tu propuesta de matrimonio, sola con los sentimientos hacia Kevin, sola con tus dolores por haber sufrido de un accidente automovilístico, sin tu comprometido.
¿Cómo sería cuando estuvieras casada? ¿Seguirías amando a Paul de la misma manera? ¿Seguías amando a Paul como ese día en la playa? ¿Querías casarte con él?
De repente tus párpados comenzaron a ser pesados, no lo soportaste y quedaste profundamente dormida. 

Sé que no he sido la mejor y más porque las deje demasiado tiempo, pero ¿podrían decirle a las demás chicas que el fic continua? ¿O podrían mostrarle la historia a otras chicas? Gracias por leer. 

8.7.14

Capítulo 1.156

Rieron y entraron Samuel y Evan.
Samuel – Buenas tardes. – Se dirigía a Paul y de nuevo tú no existías. Paul meneando la cabeza. El abogado –De acuerdo al trato que hemos hecho todos los gastos que provocó el accidente estarán a cuenta de nosotros. No se preocupen por nada, ya todo está solucionado, incluso su automóvil ya ha sido mandado para su pronta reparación. – Paul mirando con repudio a los dos hombres– Wow, ustedes sí que saben hacer su trabajo – Evan – Muchas gracias,……………………….- Tú distraída y torpemente – Sí, no hay problema. – Paul apoyó su mano sobre tu hombro.
Samuel – Asunto arreglado, esto es todo. Con permiso – Hizo una corta reverencia, se dirigió a la puerta esperando que Evan lo acompañara pero este tenía algo que decirte antes, se acercó a ti y en voz baja dijo – Muchas gracias por no hacer de esto un problema más para mí, realmente estoy muy apenado por lo que pasó y no dude en llamarme por si surgiera cualquier otro gasto por el pequeño incidente de este día – te entregó una tarjeta en la que venían todos los datos de Evan, él mientras tomaba torpemente tus manos – Le agradezco mucho lo que hizo por mí. – Sonreía de par en par. – Ahora, - tomando su postura normal, muy recto y serio. – yo haré lo que le prometí. – Ahora se encontraba aún más serio. Tú no recordabas nada de promesas, pero Evan siguió – Cubriré todos los gastos de su estadía en el hospital, y los costos de reparación de su coche, además de una justa indemnización  – Tú – Oh, que amable. – Paul con los brazos cruzados - Es lo menos que puede hacer después de haberte chocado, amor.- Miraste a Paul y este te sonreía como un niño.
Evan – Así es señor, McCartney. – Con una expresión de desconcierto dijo - ¿Seguro que no tiene un pariente relacionado con los negocios? – Paul – No.- Evan – Estoy casi seguro de haber escuchado su nombre antes. – Paul – Sí, pero no creo que lo haya escuchado en su ámbito, más bien en la radio, o en un periódico, o tal vez en la televisión. – Evan – Oh, - realmente sorprendido - ¿entonces a qué se dedica? – Paul – Yo, - mirándote y tú asintiendo – me dedicó al ámbito de la música. – Evan – Oh, ya veo. Está bien. – Parecía analizar la situación con todo su ser.
Evan - ¿Es acaso que usted tiene una banda? – Tú – The Beatles, su banda se llama The Beatles. – Paul reía. Evan - ¡Oh! ¡Oh! Ya veo, es un placer. – Le estrecho la mano de nuevo a Paul. Evan – Ya sé porque se me hacía tan conocido. – Paul – Sí, un placer. –  El detestable silencio incómodo apareció.
Evan - ¿Quisieran algo de tomar? – Tú – No… - Paul refiriéndose a Evan – Sí, - refiriéndose a ti – sí queremos algo. – De nuevo mirando a Evan – Ella quisiera un café, y para mí un té caliente. – Evan – Muy bien, ahora vuelvo. – Paul – Muchas gracias. – Cuando Evan hubo salido de la habitación golpeaste a Paul - ¿Qué te pasa? – Él sonriendo – Es divertido ver como un hombre de la alta sociedad trae bebidas a las personas normales. – Tú – Tú no eres normal, tú eres como él. – Paul – Hey, me hieres. – De nuevo lo golpeaste. Paul - ¿Cuándo crees que se vaya? – Tú - ¡No lo sé! Y menos si lo sigues mandando por cosas como un mesero… Pero me alegra que se haya quedado. – Paul mirándote consternado - ¿Te alegra? ¡Ese chico casi te mata! Lo último que puede hacer es quedarse aquí. – Tú un poco triste - ¿Casi me mata? – Paul – Acercándose a ti y mirando tus ojos – No es eso. – Tú - ¿Entonces solo lo hace para que no lo demande? – Paul tomándote de tu rostro – Supongo, - rascaba su cabeza – así son ellos. – Tú mirándolo - ¿Tú qué harías? – Paul - ¿Por qué me preguntas a mí? – Tú – Tú eres rico, y dependes de tu imagen. – Paul – Claro que no…- Vaciló un momento y soltó – Bueno, yo no haría nada, pero llamaría a Brian… - Ambos rieron.
Evan entró a la habitación con sus bebidas. Paul agradeció, al igual que tú.

Paul dejando de beber su té - ¿………………………. qué haces con ese suéter? – Tú mirándote y derramando un poco de tu bebida - ¿Mío? ¿Por qué? – Paul suspicazmente – No has salido con esa ropa esta mañana, además….- hizo una horrible mueca -  es de hombre. – Tú – Cierto, - rascabas tu mentón – ya recordé. – Miraste a Paul contenta, o eso querías aparentar – Es que esta mañana he ido… - Paul acercándose a ti – fui a charlar con Kevin. – Paul con desdén - ¿Qué? – Tú – He ido a aclarar todo con Kevin. – Paul - ¿Segura? – Tú un poco irritada – Sí. – Paul - ¿Por eso querías ir sola? – Tú cortantemente – Necesitaba hacerlo sola. – Paul – Claro, - tomó la manga del sueter, evitando tener contacto con tu piel – y luego te cubrió con su suéter, ¿no es así? Tal vez incluso – su voz era tan irritante – te besó, ¿no? – Tú señalando la ventana – Paul, ha estado lloviendo todo el maldito día, y no quería que me mojara, ni yo… - Paul – Oh, claro. Él siempre cuida de ti, él siempre trata de cuidarte, él siempre está ahí tan oportunamente. – Reía descaradamente. Paul – Se supone que debemos pensar en el otro, ¡nos vamos a casar! – Tú a punto de llorar - ¡Yo solo lo estaba haciendo pensando en ti! – Paul – ¿DE QUÉ ME HABLAS? – Paul mirando alrededor suyo, recordando que estaba en un hospital, bajó el tono de su voz - ¿Lo hiciste pensando en mi? ¿Entonces por qué me has dicho que querías hacerlo sola? Si pensaras en mí, ni siquiera h
ubieras ido a buscarlo.  – Tú - ¿Qué te pasa? – Estabas roja de la furia. – Todo lo hago pensando en ti, he ido a buscarlo para ponerle un alto, para que NOSOTROS estemos felices, para que estemos bien. – Paul ni siquiera hacia contacto visual contigo. Tú – Tenía que aclararlo con… Ke – tartamudeaste. Paul se frotba los ojos con las yemas de sus dedos - A solas con él – Tú implorando con la mirada -  Si dejaras que te explicara. – Paul - No necesitas explicarme nada. – Se dio la vuelta y con paso firme salió de la habitación.

1.7.14

Capítulo 1.155

Paul con un color pálido en su rostro que resaltaban sus ojos claros- ……………………………… ¿qué te ha pasado? – Tú – Nada, nada, solo ha sido un accidente. – Paul – Cariño, ¿cómo te encuentras? –Se acercó a ti y lo primero que hizo fue besar tu frente, un tranquilizador beso – Paul - ¿Qué, qué sucede aquí? – Por fin reparó en Evan y volvió a preguntar - ¿Qué pasó? – En eso Paul recuperó su color normal, incluso sus mejillas se ruborizaron rápidamente, Evan dando un paso para adelante – Permítame explicárselo. – Paul te miraba rogándote que le explicaras. Evan continuó – La señorita……………………..ha sido víctima de un accidente por mi culpa. – Paul alterado - ¿Qué le ha hecho? – Dio un paso para Evan, y este no se asustó, a pesar de la corta distancia que existía entre ellos dos, Evan permaneció en el mismo lugar sin apartar su mirada de Paul, ni tampoco modificando su tono de total seriedad – Lamentablemente ella ha sufrido algunas heridas, igual que su coche que ha sido muy dañado. – Paul iba a interrumpirlo, pero Evan con su dedo índice apuntando al techo indicó que aún no había terminado. – Pero, esto no ha sido totalmente nuestra culpa: la lluvia había comenzado a empeorar, pero mi chofer, con sumo cuidado iba manejando, habíamos podido ver la luz verde del semáforo, así que dedujimos que se podía pasar, pero,  nuestra sorpresa fue que había un auto varado en medio de la calle en donde transitaban los coches, y este ha sido el automóvil de la señorita que ha sufrido varias lesiones pero nada más por un simple accidente que ella misma provoco. – Paul de nuevo lo iba a interrumpir, pero con el mismo ademán indicó que no era todo. – Así que aquí le hemos dado un trato que ella ya firmó. –Asintió para que esta vez Paul tomara el poder de la palabra, Paul sin quitarle la vista a Evan te dijo – No firmes nada, cariño. Traeré a mi abogado aquí. – Evan se sobre exalto pero lo ocultó rápidamente, vaya que era un hombre de negocios. Él – Señor, señor, - al ver que Paul no respondía se limitó a decir – Kevin, no es necesario, en el trato solo hay unas cuantas cláusulas que no tienen importancia. – Tú estabas avergonzada. Paul enojado - ¿Cómo me llamó? – Evan juntando sus palmas – Lo lamento, es que aun no me ha dicho su apellido, así que me tomé el atrevimiento de llamarlo por su nombre. – Paul – Yo no me llamó Kevin. – Evan desconcertado y mirándote - ¿No es así? Pues yo pensé que usted… - Lo interrumpiste – No, no se llama así él es Paul, Paul McCartney. – Tu novio con una amarga sonrisa – Así es, yo soy Paul McCartney. – Fue hasta ti, y pasó un brazo delicadamente por tu cuello, o por el collarín. Evan – Excelente, señor McCartney, yo me llamó Evan Mason – Estrecharon sus manos. Evan - ¿McCartney? Me parece conocido, ¿es usted dueño de alguna empresa, un hombre de negocios, acaso? – Paul riendo y mirándote – No, no nada de eso. – Evan – Que extraño, me parece ya haber escuchado su nombre antes. – Paul – Me lo imagino. – Bromeó, él y tú rieron. Evan ofreciéndoles una sonrisa - Entonces todo está solucionado aquí, no es necesario que llame a su abogado, señor McCartney – Tú – Es que… - Paul te interrumpió tajantemente – No, hasta que mi abogado no esté aquí no firmará nada. – Evan consternado – Pero es que la señorita ya ha firmado – Tú – Vamos, Paul, no me ha pasado nada, todo está bien – Paul giro a verte y se acercó lo más que pudo a tu rostro – Cariño, este hombre te hirió, merece ser castigado. – Tú sorprendida – Paul, por favor, estoy bien, sólo han sido heridas leves. – Paul un poco molesto – Nena, piénsalo bien. – Evan – Señor McCartney, creo que usted no sabe, pero ……………….. saldrá beneficiada, le pagaremos una gran cantidad como indemnización por sus heridas, la reparación de su auto está saldada, y no decir de los gastos médicos. – Paul - ¿Podría dejarnos a solas? – Tú – Cariño, por favor…. – Evan sonriendo como si hubiera escuchado una broma muy graciosa – No creo que sea necesario – Paul se apartó de ti, se acercó a Evan y lo tomó por su saco. Tú – ¡Paul, por favor! Déjalo en paz, ya he firmado los papeles, no hay vuelta atrás. – Evan sin inmutarse- Exactamente, señor, - se soltó del puño de Paul, reacomodó su saco y agregó con desdén tomando los papeles que habías firmado de una mesa junto a tu cama- aquí los tengo, tenemos un trato- Seguido de esto salió de la habitación.
Paul – Malditas ratas burguesas… - Tú – Sólo es un hombre más preocupado, déjalo- Paul miraba la puerta donde había salido Evan con tanto odio encendido en sus ojos, segundos después reparó en ti y un poco distraído preguntó - ¿Estás bien, amor? – Tú sonriendo – Sí, ahora estoy mejor.- Paul – Yo tenía un mal presentimiento de esto. – Tú – Nadie sabía lo que iba a ocurrir, tranquilo. – Paul sentándose a tu lado suavemente –Esto nunca hubiera pasado si yo te hubiera acompañado. – Tú riendo – Vamos, Paul, deja de decir eso – Paul abrazándote delicadamente – Me alegra que estés bien, pero,  si hubieras ido conmigo esto no hubiera ocurrido. – Tú un poco molesta y pasando tus manos por su cuello hasta su nuca para tomar entre tus dedos mechones de su cabello– No lo sabemos, Paul. – Él – Lo sé, pero por lo menos sabemos que yo te hubiera protegido. – Tú con una sonrisa entre labios – Sí, lo sé, Paul. – Te miró tiernamente – Te amo, señora McCartney.- Tú – Te amo, señor McCartney. – 

15.6.14

Capítulo 1.154

Paramédico – Bien, suba usted por aquí. – Dirigiéndose a Evan. Y así fue que los dos paramédicos, Evan y tú se dirigieron al hospital.
Dentro de la ambulancia los paramédicos gritaban todos sus tecnicismos que tú no entendías, pero ellos continuaban haciendo su trabajo con ayuda de los primeros auxilios.
Evan tomando tu brazo – Yo no soy Kevin. – Tú – Yo bien sé que no eres Kevin. – Él - ¿Quieres que busqué al susodicho? – Tú – No lo sé. – Paramédico – Señorita, no se mueva. – Tú – Está bien, ok.-
Llegaron al hospital y después de ahí todo fue muy rápido: te asignaron un médico, una camilla del hospital y curaron tus heridas, pero sin olvidar colocarte un collarín súper incómodo.
Un médico anciano hablaba con Evan en el pasillo, donde tú estabas ubicada–Debería quedarse unas horas en observación. -  Evan – Claro, lo que usted diga. – Médico – Muy bien, entonces mi trabajo ya está hecho, pero no duden pedir ayuda a lo que sea que necesitan a las enfermeras.  En unos momentos le asignaran una habitación. – Evan – Muchas gracias. – Se estrecharon las manos y el anciano desapareció.
Evan – Señorita, quisiera pedirle una disculpa. – Tú – No hay problema. – Te rascabas tu frente, tenías una comezón justo donde te habían cocido una herida que el volante te había provocado.
Evan acercándose a ti – No creo que eso debería de hacerse. – Decía señalándote. Tú – Lo sé, sólo que es molesto. – Evan – Buscaré una solución. – Giró sobre sus tobillos, miró por todas partes, optó por seguir a una enfermera vestida de rosa dejándote sola.
Debías salir de ahí lo más pronto posible, Paul se empezaría a preocupar, pero en ese pasillo no había ningún teléfono.
Lograste distinguir a Evan al final del pasillo. Cuando estuvo cerca dijo –Parece que aquí nadie quiere ayudar. –  Tú – Muchas gracias, no hay problema –  Te moviste levente para buscar un teléfono en esa pequeña habitación, pero un terrible dolor de cuello te impidió esto. Tú – Oh Dios mío. – Evan - ¿Está bien? ¡Ayuda! – Tú – Tranquilo, tranquilo, estoy bien esto ha sido mi culpa.- Evan – Iré a buscar ayuda inmediatamente. – Tú tomándolo por el brazo provocándote más dolor del que tenías - ¿Sabes qué otra cosa podrías hacer? – Tú con una mueca - Llamar a alguien, para que te releve. – Sonreíste. Él – Por supuesto. – Buscabas donde escribir; Evan eficazmente te dio una pluma elegante junto a un trozo de papel muy blanco, le diste las gracias y escribiste el número de la casa de Paul  y el número de la casa de los chicos debajo. Tú – Mira, marca al primer número. Haz varios intentos, es una casa grande con un solo teléfono. – Suspiraste – Si no contesta, entonces llama al segundo. – Evan - ¿Y si no contestan? – Tú - ¡Lo harán, lo harán! – Evan – De acuerdo. – Ahora vuelvo. –Evan salió de tu vista, en cuanto hizo esto tú empezaste a reír: ese chico era especial, bastante guapo, bastante educado, bastante caballeroso, sería el sueño de varias chicas, o más bien de varias madres y abuelas. Tus pensamientos fueron interrumpidos de nuevo por Evan. No habías notado lo mucho que se había tardado.
Él – Han contestado al primer número. – Tú - ¡Que alegría! – Él- No he querido que se alarme, así que traté de ser sutil, pero no funcionó. – Tú – Está bien, - suspiraste  - lo bueno será que ya no estarás aquí. – Evan sonriendo  - Claro. – Evan mirando a sus alrededores – Eh, claro, lo había olvidado: una enfermera me ha informado que ya le han asignado un cuarto, una habitación del hospital. –  Tú sonriendo – Genial. – Él – Me han comentado que ha sido el cuarto número 62. Pero me temo que no sé donde se encuentra, y las enfermeras tienen demasiado trabajo corriendo por todas partes para hacer esto. – Una mirada de enojo de Evan se dirigió al  pasillo donde se encontraban varios trabajadores. Continuando – Pero podemos aguardar hasta que alguien nos pueda guiar. – Tú conteniendo una sonrisa burlona – Absolutamente. – Pasaron varios minutos, y las ganas de rascar tu cicatriz volvió.
Evan – Por favor, no siga. – Tú – Lo siento, es inevitable. – Evan se había levantado de su lugar, que era la punta más alejada de ti sobre la camilla, el silencio era inevitable y totalmente incómodo. Hasta que una mujer delgada y blanca llegó a romper esa atmósfera tan apagada. Enfermera – Los llevaré a su habitación. – Tomó unos papeles que estaban en la esquina de la camilla en donde te encontrabas, leyó por unos segundos y finalmente dijo – Habitación 62. – Evan – Correcto. –La enfermera los llevó a un cuarto no muy lejos de donde habían estado.
Mientras la enfermera te colocaba unos horribles aparatos médicos encima Evan interrumpió con su voz – Disculpe, señorita... – No se refería a ti - ¿podemos hablar en privado? – Qué incomodidad más grande sentías; pasaron como máximo dos minutos para que la enfermera dijera muy molesta -  Aquí tenemos mucho trabajo que hacer. – Y la mujer salió moviendo sus caderas como en una pasarela.
Evan indignado  - ¡Que horrible servicio es este! – Tú - ¿Por qué lo dices? – Él mirando hacie la ventana cerrada que no mostraba más que unas hileras de luz que apenas y se veían – Es que cuento con tanto tiempo…- Y no dijo más. Toda esa situación sólo te llevaba a hacerte una pregunta: ¿tendría mucho contacto con las personas o todo lo contrario? Tras analizarlo creíste que lo último. Parecía que no tenía amigos, y lo decías sobre todo por su forma de ser, era alguien muy serio y respetuoso. A pesar de ser de la misma edad, tres o dos años mayor que tú, calculaste, el chico parecía no encajar contigo.
Evan decía entre labios y con una voz que apenas y escuchabas – Tiempo… – De repente abrieron la puerta con tal fuerza que Evan y tú saltaron de sus lugares alarmados.
Evan – Ha llegado– Se levantó de su lugar y dirigiéndose al hombre que justo acababa de entrar – Buenas tardes, Samuel. – Estrecho su mano.
Samuel – Muy bien. Ya que estábamos todos listos. – Miro a Evan, y este le devolvió una sonrisa. – Haré mi trabajo. – No entendías muy bien de que se trataba esto. Samuel – Señorita, - se quedó pensativo - ¿cuál es su nombre? – No respondiste pues no se dirigía a ti, sino a Evan – Oh, no yo no sé su nombre. – Samuel muy sorprendido dijo por fin dirigiéndose a ti – Entonces, ¿cuál es su nombre? – Tú – Yo me llamo ……………………. – Evan murmurando– Un gusto. – Parecía no pensar muy bien lo que decía pues rápidamente dijo – Oh, lo siento, estaba pensando en voz alta. – Samuel reprobaba todas estas cosas con su mirada. – Muy bien, así que la señorita ……………………………. Que fue víctima de un accidente provocado involuntariamente por un empleado del señor Evan Mason que estaba cumpliendo con las órdenes de su jefe. Queda libre de cargos, al igual que el joven Mason, ¿no es así? – Tú - ¿Qué? – Evan sonreía por primera vez que lo conocías, eso quería decir, en promedio tres horas.
Samuel – Aquí está el trato. – Abrió su portafolio, tomo unas hojas escritas a máquina de escribir, te lo dio junto con una pluma. Tú refiriéndote a Evan - ¿Qué es todo esto? – Samuel abriendo sus enormes palmas- Es solo papeleo, por seguridad. – Te sonrió. Tú leyendo las hojas que el abogado te había dado, todas decían cosas del señor Mason, del joven Mason, de una empresa, de artículos, y cosas que no entendías en lo absoluto.
Evan a Samuel - ¿Nos podrías dejar a solas? – Samuel con sus ojos como platos – Pero podría hacer algo involuntario que hiciera que ella no firmara. – Parecía que en esa habitación sólo existieran ellos dos. Evan – No, no, lo tengo todo bajo control. – Samuel sin muchos ánimos salió de la habitación.

Tú – Dime, ¿qué es todo esto? – Evan desdoblando su camisa – Solo es papeleo por seguridad. – Tú – Sí, ya lo escuche, pero, ¿de qué se trata? – Evan ahora colocándose su saco – Es por seguridad, para evitar una demanda. – Tú comprendiendo - ¿Una demanda mía para ti? – Él ahora arreglando su corbata – Sí, para mí que en efecto por estar usando mobiliario de la empresa, sería en efecto una demanda para la empresa a la que le brindo mis servicios. – Tú negando con el dedo – Claro que no, aquí dice: “La empresa Mason” y cosas así. Entonces es tu empresa. – Evan – Es la empresa de mi padre, que cuando muera este será mía, en efecto. – Tú - ¿Entonces sólo firmo y no pasará nada? – Evan con una expresión de alivio – Exacto… Te pido por favor que firmes esa hoja, no puedo tener más problemas…- Tú – Claro… - Era demasiado para ti, habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo: ahora estabas comprometida, estaba Paul, estaba Kevin, habías sufrido un accidente, tenías presión por todas partes, y comprendías en cierta forma a Evan, parecía ser el producto de los anhelos y exigencias de su padre. Tú – Listo – Evan tomándote por las manos – Muchísimas gracias, por supuesto que recibirá una gran indemnización- Y fue ahí donde Paul entró a la habitación con más violencia que con la que Samuel había entrado.

3.6.14

Capítulo 1.153

Encontraste tus llaves y abriste el coche. Kevin – Debes de saber que en ninguna ocasión he ocupado la fuerza para besarte. – Tú – Fue un desperdició de tiempo. – Entraste al auto y cerraste la puerta separándote de Kevin. Abriste la ventana y dijiste – Al menos ya sabes que no quiero que lo vuelvas a hacer. - Kevin sonriendo – Lo veremos. - sacudió su mano despidiéndose – Hasta luego, ……………………………… - Arrancaste el coche  a gran velocidad dejando a Kevin atrás y cada vez más lejos.
No podías dejar de pensar, tampoco podías evitar manejar a una velocidad moderada y la lluvia que ya había empeorado no te dejaba reflexionar bien.
De pronto, tu coche comenzó a bajar y bajar de velocidad hasta que finalmente se paró, de la nada se detuvo, y comenzó a salir humo delante de tu auto, en donde sabías se encontraba el motor.
Tú - ¡NO, NO, NO, NO, NO, NO! – Golpeaste tus manos en el volante. Tú - ¡Maldita sea! ¡Mierda, mierda, mierda! – Tú casi llorando - ¿Ahora qué carajos se supone qué haga? – Y de pronto algo se impacto con mucha fuerza detrás de ti.
Tu boca se dirigió al volante, y tú cuello se sacudió fuertemente. Algunos pedazos de vidrio saltaron por todas partes; estabas  aturdida, ahora salía humo por todas partes, y la lluvia abarcaba todo el sonido que ahí había.
Te quitaste el cinturón de seguridad, estabas a punto de salir del auto cuando un hombre casi gritando dijo: ¡¿ESTÁ BIEN?!- Seguido saliste del auto con la ayuda de este hombre y gritaste - ¿Qué más me puede pasar? ¿Qué Paul me abandone? ¡Ja! – El señor, o joven te mira preocupado. Él – Se ha golpeado la cabeza. – Tú tardando en comprender los gritos del hombre tocaste tu frente, tú no sentías nada más que agua, estabas totalmente mojada.
Él - ¿Se encuentra  bien? – Tú – Sí, sí, pero, ¿qué ha pasado? – Él – Has chocado, no, más bien te choqué. – Tú - ¿Cómo? – Él – Sí, sí, ya he ido a buscar ayuda. – Era difícil comprender lo que decía con el sonido de la lluvia. Tú - ¡Pero qué demonios! – Ahora veías bien: un coche negro bastante lujoso había chocado tu, tu, tu coche, o más bien tu carcacha. Junto a ese automóvil el tuyo parecía chatarra, además te haber sido golpeado realmente fuerte.
Tú - ¿Qué pasó? – Él – Mi chofer no la ha visto, y entonces cuando era demasiado tarde freno. – Tú - ¿Qué? – Él – Ha sido por la lluvia, no nos ha dejado ver. – Por primera vez volteabas a verlo, era un hombre bastante bien parecido, era pálido, pero tenía unos ojos azules, unas hermosas pestañas, unas cejas delineadas, cabello castaño, y aunque no lo pudieras apreciar bien, apostabas que su cutis era hermoso. Tú - ¡Pero ve mi auto! – Él – Lo sé, lo sé. Yo cubriré todos los daños. – Le lanzaste una mirada de desconfianza. Él – Téngalo por seguro. – Tú – Ok. – Y de pronto un hombre de traje vino corriendo diciendo – Señor, señor, ya he buscado ayuda. – Era un hombre mayor por lo que llegó exhausto por esa actividad física de correr. El hombre más joven – Excelente, ¿dónde viene la ayuda? – El hombre mayor con dificultades para respirar – He marcado a la estación de policía, hay una aquí cerca, así que vendrán en 10 minutos. – El joven – Muy bien. – Dirigiéndose a ti – Soy Evan Mason. – Tú – Mucho gusto. – Y de repente sirenas, y luces de la policía los iluminó en la ceguera de la lluvia.
Policía - ¿Están bien? – El joven – Aquí necesitamos ayuda médica. – Agito sus brazos. Tú pensando, pobre ha de estar muy herido, parece desesperado buscando ayuda. Una camilla venía hacia ustedes, giraste para ver al hombre y este te tomo por el brazo y te acerco a la ambulancia que no habías visto llegar. Los paramédicos te subieron cuidadosamente a la camilla.
Tú - ¿Qué? ¿Qué? – Paramédicos diciendo sus cosas raras mientras te revisaban. Tú – Esperen, me encuentro bien. – Te ibas a incorporar pero el joven que te había chocado te tomo por los hombros y te devolvió a la camilla. Él – Quédese ahí, señorita. – Por su acento debías suponer que era rico, además por su chofer, de su traje, del traje del chofer y de su coche.
Paramédico - ¿Tiene a alguien para que la acompañe? – Tú – Kevin –.

1.6.14

Capítulo 1.152

Mirabas a tu alrededor, era un lugar sin mucha decoración, era exactamente como te imaginabas el cuarto de Kevin justo antes de entrar.
Él - ¿Qué haces aquí? – Se sentó en un sillón que estaba junto a una ventana cerrada. Tú querías parecer segura, pero esta vez te falló la voz – Quería ha-hablar contig-o – Kevin - ¿Sobre qué? – Tú tratando de que esta vez sí parecieras segura de ti misma – Quiero que lo nuestro termine. – Kevin con una sonrisa - ¿Lo nuestro? –Bufó - ¿entonces si había algo? – Se levanto de su asiento. Tú retrocediste diciendo – No es eso a lo que me refiero. – Kevin seguía moviéndose tomando ropa de un lugar y de otro. Él - ¿Entonces por qué lo has dicho? – Tú – No te desvíes del tema. – Kevin - ¿Te importa si me visto? – Tú sonrojada - ¿QUÉ? – Kevin – Sí, aquí en el baño. – No habías notado que su habitación tenía otra puerta que daba a un baño. Tú – Sí, sí, haz lo que quieras. – Kevin se dirigió al baño, y entrecerró la puerta. Tú continuaste – El punto es que no quiero que me vuelvas a… - Al otro lado de la puerta estaba Kevin desnudo. Seguiste – No quiero que me vuelvas a besar. – Por el resquicio podías ver algunas sombras con movimiento que de seguro era Kevin. Tú – ¿Me entiendes? – Kevin salió con unos jeans obscuros y una sudadera verde – Está bien. – Tú con los ojos bien abiertos - ¿Qué? – Kevin – Está bien. – Tú - ¿Estás siendo honesto? – Kevin – No haré nada que tú no quieras que yo haga. – Tú – Entonces nunca me volverás a besar… - Te interrumpió – Yo no haré nada que tú no quieras que haga- Tú tratando de comprender – De acuerdo, me alegra que esto se haya aclarado. Me voy. – Kevin- ¿Irte? – Tú – Sí…- Kevin – Quédate un rato más. – Tú - ¿Qué no entendiste lo que te dije? – Kevin – Sí, pero eso no quiere decir que no te quedes un rato, ¿o sí? – Tú – No, no quiere decir eso, pero no quiero quedarme.- Sonaste muy convincente y eso te agrado.  Kevin- Muy bien, entonces te puedes ir. Pero por favor toma este suéter. – Te tendió este. Tú no lo aceptaste – No, gracias, así me iré, estoy bien. – Kevin alejándose de ti - ¿Segura? – Quito las cortinas de su ventana – Se ve que la lluvia está espantosa. – Te acercaste rápidamente junto a él – Carajo. – Pasaste tu mano por tu cabello. De pronto notaste que estabas muy cerca de Kevin, lo que te hizo brincar alejándote de él.
Kevin - ¿Aún así te irás? – Tú – Sí. – Miraste el suéter que no habías aceptado – Pero aceptaré tu suéter, aunque parece bastante feo. – Kevin – Si lo prefieres le puedo decir a mi madre que te preste uno de los suyos- hizo un ademán con la mano – tiene un gusto irresistible. – No pudiste evitar reír. Tú – Creo que así está bien. – Kevin – Así es… Bueno – junto sus palmas – te acompañaré a la salida. – Tú – No es necesario. – Kevin – No importa lo haré. – Te encogiste de hombros, y Kevin te indicó la salida.
Bajaron las escaleras en silencio; ya en el vestíbulo la madre de Kevin los abordó - ¿Cómo están, chicos? – Los escudriñaba con la mirada, buscando algo que no cuadrara. Cuando reparo en que su hijo ahora ya estaba vestido se limito a hacer una mueca. Kevin – Nada, creo que…………………… ya se tiene que ir. – Te miró pícaramente, tú lo ignoraste.  Ella - ¿Irte? Pero está lloviendo catastróficamente. – Tú tratando de ser educada – No parece ser tan mala, además mi coche está justo aquí afuera, solo son unos pasos. – Kevin – Estará bien, madre, yo la acompañaré.- Ella – Está bien, querido. – Dirigiéndose  a ti – Espero que pronto nos vuelvas a visitar y podamos platicar todos. – Tú – Claro que lo haré, no tenga dudas de eso. –Pensaste que habías sido demasiado sarcástica. Al parecer ella no lo notó y te devolvió una acogedora sonrisa. Preferiste solo despedirte de ella. Tú - ¿Y su esposo? – Ella – No te preocupes por él, yo le diré que le mandas saludos. – Rió estúpidamente, pero con su encanto especial. Kevin – Muy bien, te acompaño. – Tú – Hasta luego. – Se encaminaron hasta la puerta en donde Kevin la abrió y un fuerte viento abofeteo sus rostros.
Kevin – Ahí vamos. – Tomo un paraguas negro y lo abrió, procurando abrirlo fuera de la casa, pero evitando que él saliera de la parte seca de su hogar. Jaló de tu mano que te tomó por sorpresa y salieron corriendo de su casa. Cuando ya estaban junto a tu coche, Kevin espero con el paraguas mientras tú buscabas tus llaves.
Kevin - ¿Y si te besará en este momento?- Tú - ¿De qué hablas? ¿Qué no escuchaste lo que te dije ahí adentro? – Kevin – Yo dije que no haría algo que tú no quisieras, pero tal vez quieras este beso. - ¿Quererlo? ¿Por qué no sería una buena idea? Tú de repente de enfureciste – Cállate, y déjame en paz. Fue un error venir a verte. – Kevin – No había necesidad. – Tú – Por supuesto que la había. – Kevin – Podías haberte limitado a no volver a besarme. – Tú – Yo nunca te he besado, tú siempre has sido quien me ha besado a la fuerza. – 

Nunca es tarde para nada. :)